domingo, 17 de febrero de 2019

Día del Amor


Iboru Iboya!
Mis mejores deseos para quienes lean estas letras, pues serán dignas de un análisis.
Como predijo Ifá para este año, ya se están observando situaciones que dan lugar a una creciente inestabilidad general. De modo que lo recomendable es que se realicen las ofrendas aconsejadas, para intentar mitigar en el plano personal, la influencia de la negatividad general.
Pero hoy el tema trata sobre algunos detalles a seguir para lograr aceptación, sin violencia, en un entorno ajeno al del nacimiento, en cultura, raza y creencias, para conseguir una convivencia agradable y de bienestar.
El primer paso, según se observa, es la unión de los inmigrantes, mediante costumbres culturales generales.
La experiencia que sustenta este análisis, es la vivida  el pasado día 14, día del Amor y la Amistad, conocida en algunas tierras como día de los Enamorados.
Mi pareja y yo, decidimos celebrarlo con una modesta comida en un restaurante. Tras buscar diferentes variantes para nuestro gusto y posibilidades, escogimos el restaurante colombiano Salón Antioqueño, en Deusto.
Al llegar nos encontramos con un sitio muy acogedor y tranquilo, con un ambiente musical, que propicia que el menú, aunque no fuera de nuestra tierra nativa, nos resultara vinculante geográficamente; pues la música que se escucha, a bajo volumen, es instrumental con temas latinoamericanos conocidos y aceptados internacionalmente.
Mientras comíamos el Sancocho de gallina, reflexioné mucho.
Hay lugares donde la música no se tiene en cuenta, y esta comunidad es uno de ellos. Es muy cierto que los nativos no admiten la música porque, según dicen, les impide conversar sus cosas.
Además, la mayoría de los cubanos aquí no tenemos posibilidades para crear y mantener un restaurante, que no sea con la presencia y la promoción de los paisanos.
Pero quienes pudieran hacerlo, que son quienes atienden a los clientes en los bares nativos, sólo se rigen por las costumbres establecidas en el lugar, y no aportan ideas para incluir  nuestra música, haciéndola formar parte del lugar, y además convencer a los cubanos para que al menos un día asistamos al lugar.
Puede que se me juzgue por mi condición de viejo cantante cubano; pero lo cierto es que sólo intento contribuir a que nuestra música no se pierda, en manos de otras culturas inclusivas, que la mantienen, incluyen y respetan; y por ello tienen todo el derecho de adquirirla  como suya.

Analicemos, cubanos.


No hay comentarios :

Publicar un comentario