Mis mejores deseos para quienes reciban estas líneas, las comprendan, asimilen su mensaje y las compartan en su entorno. Se conocerá la grandeza de Ifá Orisa.
Casi las 8 de la noche!
Ha sido un día complicado. Quizás porque hay hablamos de Obaluwaye
Por suerte, dejé preparado el escrito que prometí publicar en el dia de hoy.
Aquí está.
Sánpónná (Obalúayé)
Espíritu de la
Superficie de la Tierra, asociado con las enfermedades infecciosas que se
transmiten por el viento durante los tiempos secos y calientes del año.
Este Irúnmolé es bien
conocido por su rápido temperamento y su naturaleza furiosa. Además de esto, es
una Deidad muy correcta, honesta y sincera. Aborrece la trampa, la maldad y el
crimen de cualquier naturaleza. También es un Irúnmolé muy feo...... Adrián de Souza
Sobre este oricha se relatan muchos y variados mitos, a continuación ilustraremos uno por considerar que es de los más antiguos y genuinos
Después que Oloddumare creó a las esposas para las divinidades, la siguiente tarea era cómo hacerles tener hijos.
Cuando las divinidades descubrieron que Orúnmila había dado nacimiento a algunos hijos de otras deidades, comenzaron a recurrir a él por ayuda.
Por ejemplo, adivinó para que Oggún tuviera siete hijos, uno de ellos se convirtió en asesino. También adivinó para Osayin para tener como hijos a Remedio y a Hechizo.
Ikú sin embargo, estaba totalmente negado a ir donde Orúnmila por ayuda, porque este siempre estaba en desacuerdo con él obstruyendo las metas y objetivos de la Muerte. Por lo tanto Enfermedad (Arun), la esposa de la Muerte, estuvo mucho tiempo sin tener hijos.
Por fin, la esposa de la Muerte decidió ella misma ir a ver a Orúnmila, quien realizó la adivinación y el sacrificio por ella y quedó embarazada al siguiente mes.
Primero nació Convulsión y luego nacieron cuatro hijos más: Contagio, Infección, Locura y Deformidad. Entre ellos cinco dieron nacimiento a seiscientos tres nietos y bisnietos, que constituyen hoy las muchas enfermedades y padecimientos que sufrimos en la Tierra.
Mientras que estuvieron en el Cielo, los descendientes de la Muerte, fueron relativamente inofensivos. Fue la indagación del hombre, guiado por la codicia, lo que lo llevó al contacto con las enfermedades.
...Una vez, un rey que reinó sobre la Tierra llegó a ser tan poderoso, que él mismo se dió el rango de divinidad. Se llamaba Obaluwaye, "el mismo que es, el rey que es también el Dios del mundo".
Antes de que este se divinizara, el hombre no era más que un simple cazador llamado Atakpa, que vivía del producto de su caza. Al ver que la caza no le servía para sus fines, incursionó en la agricultura y más tarde en el comercio, pero todos sus esfuerzos resultaron fracasos colosales.
Todas las divinidades habían partido de regreso al Cielo a excepción de Orúnmila. Así que Atakpa decidió ir por adivinación. Le fue dicho que su prosperidad dependía de la caza y a ella debía regresar.
En aquel momento, el arma de fuego ya había llegado a la Tierra, pero al hombre le tomó tiempo descubrir sus verdaderas potencialidades. Atakpa Fue el primer ser humano que usó el arma de fuego para cazar y fue tanto el éxito que tuvo en el uso de la escopeta, que llegó a ganarse el nombre de Atákpa Olori Ode, el generalísimo de todos los cazadores.
Aunque era próspero, su modesta fortuna no era suficiente para satisfacerle.
Esto coincidió con el momento en que los cinco hijos de la Muerte estaban siendo transportados al mundo por Echu. Todos ellos se hallaban en el interior de los intestinos de un animal amorfo que era más grande que un elefante.
Un día Atákpa Olori Ode fue al bosque con su escopeta y vio al colosal animal. Cuando le apuntó, el animal le pidió que no disparara y le dijo que a cambio podía pedirle a él lo que quisiera. El hombre respondió que quería tener, una cantidad incontable de dinero y el animal lo mandó a ir para su casa donde lo estaría esperando una gran cantidad de dinero. Así fue en efecto.
Pocos dias después, regresó al mismo lugar y encontró allí al animal quien le preguntó qué más quería. El hombre pidió tener muchos sirvientes y esposas. A solicitud del animal regresó a su casa y encontró todo lo esperado por el.
No satisfecho aún con lo que había obtenido hasta ese momento, regresó al bosque una vez más, ahora para pedirle al animal que quería ser rey.
Como las veces anteriores, le respondió que fuera para su casa y allí encontraría a su pueblo reunido para coronarlo rey, el primer rey coronado por el hombre.
Éntonces fue a agradecer a Orúnmila por la eficaz adivinación y sacrificio ejecutado por él. No obstante, Orúnmila le advirtió que no regresara jamás al bosque a pedir algún otro favor al animal y que nunca, bajo ningún concepto le disparara, porque su estómago contenia muchas calamidades
que saldrían al exterior si se exterminaba a aquella criatura deforme y grande.
Él sólo hizo caso del consejo de Orúnmila durante veintiún días. Después de ese tiempo, incluso siendo rey, regresó al bosque con su escopeta sólo para ver si el animal permanecía allí esperando para derramar su veneno sobre, la Tierra y llevando su avaricia a grado extremo, le pidió que lo convirtiera en Oloddumare.
El animal le replicó que él no era capaz de conferirle esa gracia porque solamente existía un Oloddumare que estaba en el Cíelo y ante la negativa Atakpa Olori Ode le amenazó con dispararle si no le concedía ese favor. El animal le dijo que disparara, él apretó el gatillo y de un disparo la víctima cayó muerta al suelo. Atakpa Olori Ode regresó a su casa para invitar a su gente a ir al bosque y picar el animal y ante todos se proclamó él mismo Dios del universo (Obaluwaye), por la hazaña de matar al animal. Sin embargo, sin saberlo, iba a disfrutar ese título postumamente.
Cuando todos fueron al lugar donde había caído el animal sólo vieron un montón de gusanos. Inmediatamente el rey enfermó y pronto comenzó a delirar y a pronunciar discursos incoherentes, que marcaron el inicio de la locura en la Tierra, tanto él como los que se lanzaron al bosque guiados por él, fueron atacados por los gusanos e instantáneamente afectados con todos los tipos de enfermedades, algunas desconocidas aún en la actualidad.
Obaluwaye murió esa misma noche. Muchos murieron aquejados por lo que hoy conocemos como viruela, varicela, peste, tos, etc. y aunque fueron los primeros en sufrir aquel desastre no fueron los únicos, pues todas las enfermedades se esparcieron por el mundo conocido.
La familia de Orúnmila también fue afectada, sin embargo gracias al uso del encantamiento para recordar a los dispersadores de las enfermedades que él fue quien realizó la adivinación y el sacrificio en el Cielo para facilitarle a la abuela de ellos tener sus cinco hijos (padres de las enfermedades existentes), hizo que rápidamente los dejaran en paz, prometiendo no atacar nunca a sus hijos en el futuro.
Cuando las otras personas vieron como la familia de Orúnmila fue milagrosamente curada mientras miles morían diariamente, fueron a él en tropel para lograr la salvación mediante la adivinación.
El declaró que fue Atakpa quien causó el problema que se había expandido a todos producto de su insaciable avaricia. Sin embargo, aconsejó que regresaran al lugar donde fueron atacados por los gusanos para servir a Echu con un chivo, maíz y todos los comestibles posibles. También recomendó que regresaran a sus casas con todo lo que encontraran en el sitio de los hechos.
Con rapidez hicieron lo que se les dijo. Después de ejecutar el sacrificio, escucharon una voz que hablaba desde dentro de una calabaza cubierta que les dijo que la llevaran a la casa sin abrirla, prepararan un altar especial para ella y le ofrendaran un carnero. Que ellos sanarían después del sacrificio y proclamó que el nombre del parlante era Sankpana.
Esa es la razón por la que hoy algunas personas intercambian el nombre de Obaluwaye con el de Sankpana (en Cuba el nombre de Obaluwaye se conoce como Babaluaye) por lo que realmente Babaluaye, Obaluwaye, Pata llaga, etc., no son más que nombres pertenecientes al mismo oricha, Sankpana.
Y hasta aquí por hoy!
Seguimos divulgando para lograr crecer y lograr respeto presente y futuro.
Mo foribale Ifá Orisa!
Okanbi
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