Mis mejores deseos para quienes lean estas líneas y las compartan en su entorno, pues contribuirán al crecimiento de nuestra cultura religiosa.
En el día de hoy trataré un tema sobre el que siempre he mantenido un criterio personal, diferente a la mayoría de mis iguales en la práctica de nuestra religión. El cobro y el pago de los derechos por los trabajos religiosos. En mi caso, los derechos por cada trabajo son los que marque Ifá.
A raíz de mi anterior escrito titulado el Ayewo de Oshe Meyi, mi ahijado Irete File me reafirmaba, una vez más, la necesidad que tiene el sacerdote de Ifá, como todos los demás seres humanos, de tener dinero para la vida diaria. Este escrito le da la razón.
Mi actitud ha estado sustentada en el hecho de que si Ifá conoce y expone la situación y los problemas de quien solicita la consulta; también conoce sus posibilidades económicas.
Desde hace muchos años he sido criticado por este método, por el que quizás he sido menospreciado en algún entorno porque piensan que regalo lo que hago, pero como cuento con la aprobación de Ifá y lo considero adecuado, lo he mantenido.
Sin embargo, nunca he criticado a quienes ponen precios exorbitantes a sus trabajos y consagraciones, ni a quienes los aceptan, pues son acuerdos entre personas, y por tanto dignos de respeto, siempre que el trabajo se haga de manera adecuada.
Los escritos de Leonel Osheniwo sobre este tema, aportan detalles filosóficos que deben ser divulgados, porque nos ilustran y aconsejan desde la óptica de Ifá. Veamos:
Aje (dinero) y Omó (hijos), fueron por adivinación para saber si al llegar a la tierra, toda la humanidad los iba a buscar y llegarían a ser populares.
La humanidad, que no los tenía, tenía que salir a buscarlos, por eso los Babalawos les dijeron que realizando el ébó, la humanidad los iba a salir a buscar.
Aje le preguntó a Omo: ¿Quién es mayor entre nosotros? Yo soy la mayor, Omo. Entonces Omo respondió: Creo que estás loco, yo soy el mayor.
Así empezaron a discutir entre ellos y Aje le dijo: Está bien, si tú dices que eres mayor, tú eres el mayor.
La humanidad se embarazó y Aje fue a esconderse el día que comenzaron a parir. La gente decía: Vayan a buscar dinero para comprar comida y ropa para los bebés. Y los padres, al pasar tantos trabajos para conseguir dinero para comprar alimentos y vestidos para sus hijos, comprendieron que Aje era mayor que Omo.
Entonces Omo se inclinó ante Aje y Aje le dijo: ¿Ya ves? Te había dicho que yo era mayor que tú. En todas las formas yo soy el mayor.
Así los dos llegaron a ser muy populares y muy requeridos en la Tierra. Ellos comenzaron a festejar dándole gracias a sus babalawos, sus babalawos a Ifá e Ifá a Olodumare.
Analizando este Ese Ifá, reafirmamos que los hijos son más grandes que el dinero, pero, si el dinero falta ¿Con qué podríamos mantener a nuestros hijos?
A día de hoy vemos una creciente disminución de la natalidad en diferentes países, desarrollados o no. Es evidente que se debe a la inseguridad económica actual, puesto que los jóvenes no tienen estabilidad laboral para poder mantener un hogar y a sus hijos, por lo que no están preparados para tenerlos.
Los iré deben tener un orden: ariku, que es la salud, es el primero porque cuando somos jóvenes por lo general somos sanos; luego aje, que es la palabra con que llamamos al dinero y el bienestar que le acompaña, porque el joven al crecer accede al mundo laboral y comienza a ganar dinero. Es entonces cuando puede planificar la creación de una familia.
De todos estos iré, los hijos son los que más se llegan a querer, pero realmente no se pueden tener, si antes no se tienen los anteriores.
Desafortunadamente muchos llegan a tener hijos, sin tener trabajo ni dinero para mantenerlos, sin darse cuenta que han traído un hijo a la vida, sólo para hacerlo pasar trabajos, necesidades y en muchos casos, hasta hambre.
Esta es una ley de la vida, una verdad que no admite discusión, ya que como dijo Leonel, sin dinero, no podríamos tener casa, tener pareja y mucho menos bienestar a nuestros hijos.
Sin la intención de cambiar el orden de vida que cada quien tiene programado, desde la mira de Ifá sólo se pretende enseñar, principalmente a los jóvenes, cómo planificar su vida, pues no se trata de tener hijos, sino de darles una vida lo más plena posible, dentro de las posibilidades de cada cual, según su destino personal.
¿Cuántos niños podemos ver en la calle, porque los padres, no previeron esta circunstancia? ¿Qué futuro tienen esos niños, hijos de padres que por lo general no tienen dinero para mantenerlos, cuando muchas veces la delincuencia, es el único camino que encuentran?
No a todos los muchachos les pasa esto, pero lo cierto es que se dan más en familias destruidas por falta de dinero y con hijos no planificados a los que dejan a su suerte.
No se trata de que una persona quiera más al dinero que a los hijos (que los hay), sino de la importancia jerárquica celestial que tiene el dinero sobre los hijos, ya que es el dinero, quien dará el bienestar a los hijos, tal como lo dice el Ese Ifá.
Es un problema de planificación y nadie en su sano juicio tendría hijos, si no tiene dinero con que mantenerlos.
Primero dinero, luego casa, pareja y luego hijos. Se trata de enseñar a las personas, que deben tener las cosas por un orden, para no pasar trabajos en la vida.
Y hasta aquí por esta vez egbón ati aburos. Seguimos divulgando para mejorar nuestras prácticas.
Mo dupe Osheniwo!
Mo foribale Ifá Orisa
Okanbi
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